lunes, 18 de septiembre de 2006

Mitos escolares

Hoy acabo de empezar el curso, más concretamente 2ºBachiller. De momento estoy dudando acerca del método que emplearé en mi suicidio. Pero va bien, ¿eh?
Y ya que los siguientes meses serán un infierno, voy a tratar de reírme un poco acerca de ciertas cosas que pasan o que nos enseñan en el cole. Una de mis favoritas es la dorsal oceánica, que se ve en Geología. Es mítica, porque con ella lo justificas todo:
-Profe, ¿cómo se producen los terremotos?
-Por las dorsales oceánicas.
-¿Y por qué hay volcanes submarinos?
-Por las dorsales oceánicas.
-¿Y por qué se forman nuevas costas?
-Por las dorsales oceánicas.
Que digo yo que aquí los geólogos encontraron un chollo cojonudo ¿Qué no saben qué responderle al listillo de turno? Le endosan una dorsal oceánica al canto y solucionada la duda, oiga.
Pero en las ciencias hay otras cosas que funcionan como explicación universal. Una de ellas es la archiconocida molécula del agua, el H2O, que lo mismo te explica cómo se disuelve una sal, pasando por su papel como líquido matriz (¿?) de los seres vivos hasta el hecho de que si no la bebes, cascas ¡Es un todoterreno!
Luego hay palabras tan raras que hasta suenan mal: sinalefa, oxímoron, axioma, osmosis... A mí por lo menos me suenan a porno griego. También hay términos que por mucho que te los expliquen no terminas de pillarlos, como el de la pasiva perifrástica. Tú que pensabas que lo de la pasiva era eso de "María es peinada por su mamá" y resulta que no, que hay más tipos, ¡más! ¡qué empeño de meternos cosas en la cabeza! Y otra asignatura mítica es el Inglés, conocida por que te dicen que profesor se dice "tícher", pero resulta que se escribe "teacher" O que los friends no fríen nada. O ese empeño para que, cuando veas una palabra como "spider" no digas "espaider" ¡Si es que tú no quieres, pero la e te sale sola! Incluso aprendes que talking no se pronuncia como el nombre del autor del Señor de los Anillos...
Y de pequeños te enseñan cosas la mar de prácticas: a atarse los zapatos, a colorear dentro de la raya, a utilizar los punzones, a jugar a las cocinitas... Pero cuando creces, en la escuela también te enseñan cosas muy raras, como el arco capaz o la cuadratura del círculo. No contentos con esto, te ponen a imitar a Tarzán subiendo a una cuerda o a Camacho, sudando como una mula de carga. Incluso aprendes habilidades utilizadísimas en la vida cotidiana. No sé, cosas como la raíz cuadrada, saltar el plinton, dar la voltereta o distinguir entre un hipérbato y una aliteración. Muy bien. Fuera del aula, no sé qué haría sin estos conocimientos...
Otros mitos de la escuela se refieren a los profesores. Esa encantadora seño de tu infancia se transforma en multitud de profesores que están deseando putearte. Y todos llevan mote: El Pata, que es cojo, la Flex, porque cuando habla te duermes y la Coñito, porque es un coñazo pero es bajita. Les hay con motes que se remontan al principio de los tiempos, y otros que aún no lo tienen. Con esos hay mal rollo, porque no sabes cómo hablar de ellos con tus colegas. Y no hay nada más emocionante que ser el autor/a de un nuevo apodo. Durante unos días, si el mote es bueno, eres Dios.
Y otro día hablaremos de las frases míticas del colectivo docente, pedacitos de su sabiduría que hacen que te partas la caja.
(Por último me gustaría aclarar que para esta entrada me he inspirado en uno de los monólogos de El Club de la Comedia)

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