viernes, 14 de noviembre de 2008

Monstruo

... Frente al espejo intento desnudar tu visión.
Abro la boca y de mis encías parten unos dientes corrientes, con los incisivos inferiores formando una empalizada algo desordenada, ; pero dientes al fin y al cabo, no terribles colmillos. Del mismo modo mis labios son como los tuyos, aunque el superior parezca trazado con tiralíneas.
Después observo mis ojos. Amarillean a la luz del sol y son de un extraño color oliva, ; pero sus pupilas no son verticales como las de los hombres lobo. Y sus capilares púrpuras no revientan, así que el blanco de mis ojos sigue siendo eso; blanco.
Mi nariz -antes odiada- es aguileña y de punta fina, trazando una visible cordillera en mi perfil. No es una preciosidad. Pero existen muchas otras narices humanas como la mía.
Bajo la vista hacia mis manos. Observo unas uñas que hace años que no muerdo. Uñas imperfectas de blanda queratina y media luna bien visible; pero uñas y no afiladas garras. Manos sin vello, verrugas o escamas en el dorso. Simples manos.
Descompongo mi cuerpo en otras tantas partes imperfectas pero humanas. No consigo ver ningún monstruo.
... Así que no sé de qué tienes miedo.

2 comentarios:

Tempus fugit dijo...

Los monstruos también se asustan cuando nos ven. (incluso en el espejo)


besos

Zitrone dijo...

Indudablemente, DC. Yo creo que el miedo lo inspira lo desconocido... aunque en algunos casos es más bien miedo a lo que sabes que sucede.
Besicos de limón